domingo, 7 de febrero de 2016

Belvís de La Jara - Hospital de Sanidad Militar. Año 1937


DIARIO DE HOSPITALIZACIONES Y CONSULTAS DEL HOSPITAL DE SANIDAD MILITAR DE BELVÍS DE LA JARA. Año de 1937.

Por Francisco López de Castro y Beatriz López Durán
























Este artículo está basado en el “Diario de hospitalizaciones y consultas del hospital de Sanidad Militar de Belvís de la Jara”, en su día escrito por el Dr. Francisco López Paredes, a cuya memoria va dedicado este escrito. Se trata de un cuaderno de tapa dura, de 16 x 22 cm, como el que muestra la imagen, con 62 páginas manuscritas, conservado en el domicilio familiar de los autores.

Durante la Guerra Civil (1936-39), Belvís contaba con unos 4.500 habitantes, siendo uno de los núcleos de población más importantes de la comarca de La Jara. Había por entonces dos plazas de médico de la Beneficencia en Belvís, una de las cuales ocupaba, desde 1910, Francisco López Paredes, natural de Aldeanueva de San Bartolomé (Aldeanovita). El Dr. López Paredes, colegiado nº 87 del Colegio Oficial de Médicos de Toledo, había sido discípulo de D. Santiago Ramón y Cajal y compañero y amigo de Gregorio Marañón y Posadillo, perteneciente como él a la promoción de 1909 de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid y con el que mantuvo una relación de amistad y un intercambio de correspondencia hasta su fallecimiento en el año 1950.
                                                                                                                                                  Francisco López Paredes

Respecto a la contienda militar, podría decirse que La Jara fue “tierra de nadie”, con sucesivos ataques puntuales de ambos bandos, hasta que fue finalmente dominada por el bando Nacional a finales del verano de 1938.


En el año que nos ocupa, 1937, tuvo lugar la campaña militar franquista que pretendía acceder a Talavera de la Reina desde tierras cacereñas por la comarca de Campo Arañuelo (Navalmoral de la Mata), próximo a la comarca de La Jara. En la zona, distribuida en varios de nuestros pueblos (Alía, Puerto de San Vicente, Aldeanueva de Barbarroya o La Nava de Ricomalillo, donde estaba su cuartel general), se estableció en 1937 la 62 Brigada Mixta o “Regimiento de Campesinos de Toledo”, comandada por el Mayor Orencio Labrador Maza, por entonces alcalde de su pueblo, Puente del Arzobispo. Este hombre era un jornalero que extendió la organización campesina para la provincia de Toledo, llegando a ser secretario provincial de la Federación de Trabajadores de la Tierra y candidato del PSOE por Toledo en las elecciones generales de 1936. Al comenzar la sublevación militar organizó el Regimiento de Campesinos de Toledo. Tras estar exiliado en Londres recaló en Venezuela, donde falleció en 1958.
                                               
Orencio Labrador Maza

La 62 Brigada Mixta estaba formada básicamente por soldados de la comarca de La Jara y del valle del Tajo, y permaneció en la zona hasta su traslado al frente de Aragón en 1938. La única operación bélica de cierta importancia en la que participó la brigada durante su estancia en el inactivo frente del Tajo fue un infructuoso ataque a Oropesa, entonces en manos del bando Nacional.

Imagen de un Hospital de la época

La relativa proximidad al frente hizo que se montara en Belvís (y al parecer también en La Nava de Ricomalillo) un hospital de Sanidad Militar u hospital de campaña, ubicado en la misma plaza del pueblo. Lamentablemente, no se conserva información alguna en los archivos municipales sobre este pequeño hospital ni sobre el personal que lo atendía, del que el diario no da cuenta alguna. Posiblemente, por ser autor del mismo, el Dr. López Paredes pudiera haber sido el responsable del mismo, junto con el otro médico de Belvís, D. Ceferino Ramírez Cabello, natural de Aldeanueva de Barbarroya. 
Según el diario, el hospital inició su actividad el 17 de enero de 1937. La última alta registrada está fechada el 12 de enero de 1938, prácticamente un año después de su puesta en marcha.
El diario recoge un total de 105 hospitalizaciones y 44 consultas. Como se comentó antes, se trataba de un frente poco activo, lo que explica el reducido número de pacientes atendidos. Por sexos, once de las consultas (una cuarta parte) fueron realizadas por mujeres, mientras que éstas sólo representan el 3,8% (cuatro) de las hospitalizaciones. Aunque algunas eran milicianas, la mayoría eran vecinas de Belvís o pueblos cercanos. La media de edad de los pacientes hospitalizados es ligeramente menor que la de los vistos en consulta (26,8 vs 29,8 años).  
Respecto al tipo de paciente, hay 36 civiles, 100 soldados, 5 suboficiales y 3 oficiales. Como curiosidad, dos casos figuran como “evadidos”. Por provincias, la mayoría procede de Toledo (91 pacientes), le siguen Cáceres (24), Badajoz (15), Ciudad Real (9), Asturias (2), Albacete (1) y Ávila (1).

La mayoría de las consultas se concentran entre los meses de enero y abril, mientras que las hospitalizaciones lo hacen entre enero y agosto.
Respecto a los motivos de consulta, la primera causa eran las lesiones traumáticas (30,9%) –en su mayoría heridas por arma de fuego-, seguidas de enfermedades de la piel (21,4%), del aparato digestivo (11,9%), osteo-musculares (9,5%), respiratorias (9,5%) e infecciosas (4,8%).
En cuanto a las hospitalizaciones, destacan las enfermedades respiratorias (34,3%) –dentro de ellas figuran varios casos de tuberculosis y neumonía-, lesiones traumáticas (21,9%), enfermedades digestivas (13,3%) e infecciosas (11,4%). Se atendieron algunos casos de malaria, gonorrea, fiebre tifoidea o encefalitis. No consta ningún fallecimiento.
Respecto a los tratamientos utilizados, la mayoría eran curas locales, y hay poca información en el diario sobre los fármacos empleados, aunque el “arsenal” terapéutico era muy, muy limitado por entonces: Bardanol (extracto de las raíces de bardana o garduña) para la forunculosis; Inotyol (sulfoictiolato de amonio) o pomada de Zumenol (¿?) para las dermatitis y eccemas; Neutralón (antiácido a base de silicato alumínico); Salivenal inyectable (¿?), para un caso de “reumatismo”; diuréticos, en un caso de nefritis; Aspirina, balsámicos y expectorantes, en cuadros catarrales; Septiceminí (¿penicilina?), en el caso de una niña diagnosticada de encefalitis; antitoxina diftérica; Orosanil (aureotiosulfato de quinina), usado en el tratamiento de la tuberculosis pulmonar por entonces; insulina o tónicos y reconstituyentes. A la vista de los recursos disponibles entonces, no cabe más que reconocer las dificultades a las que se enfrentaban y el mérito que supuso, para unos médicos rurales, realizar su labor en esas condiciones y, además, en un contexto social como el de la Guerra Civil.
Para concluir, aunque entre dentro del enorme y trágico anecdotario de nuestra Guerra Civil, comentar que al trasladarse la 62 Brigada Mixta, en enero de 1938, a otro frente más activo, sus mandos quisieron llevar consigo al doctor López Paredes. Para evitarlo, se presentó voluntario para ir con ellos su hijo, Francisco (“Paquito”) López López, estudiante de último curso de Medicina, quien fallecería en el frente de Lérida en marzo de ese mismo año.
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Aprovechando que con el artículo anterior ha entrado - aunque de forma excepcional -  en nuestro blog  el tema de la Guerra Civil Española, os traemos esta galería de fotos en  formato video. Las imágenes son de tal contundencia, que independiente de cualquier ideología, nos mueven a ponernos en contra de cualquier guerra. 








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